Sin embargo, México se enfrenta ya a un grave problema: la escasez de agua en el país. Sobretodo, sufrimos una severa contaminación de los mantos acuíferos por la indolencia de los gobernantes y por la corrupción de las grandes instalaciones mineras mexicanas y del extranjero con la clara complicidad de las autoridades federales.
En el planeta hay mucha agua fresca renovable, 10 millones cúbicos de kilómetros. Esa cantidad representada es pequeña, menos del 1%, comparada con toda el agua en océanos, glaciares, etc.
Las cifras oficiales sobre la creciente escasez de agua en el país son optimistas. Las cifras reales son verdaderamente alarmantes. Desde hace varios sexenios ya no tenemos agua para las necesidades básicas de todos los mexicanos. Solo hay agua para un cuarto de la población.
En el gobierno porfirista el sistema de suministro de agua estaba calculado por dotar a cada habitante de 244 litros por persona. ¡Nunca se cumplió! Una persona necesita al menos 200 litros de agua diaria.
Además, el agua para uso no puede importarse como importamos combustibles fósiles de Estados Unidos.
En México las autoridades no saben la diferencia entre agua en uso y agua consumida.
El “agua para uso”, implica la cantidad total de agua que se retira de sus fuentes para ser usada.
El “agua para consumo” es la porción de agua usada que no es retornada a su fuente de suministro original después de haber sido retirada. Es un agua que no es disponible para reuso.
Existe escasez relevante de agua es particularmente relevante cuando analizamos la escasez de agua y el impacto en las actividades humanas de la disposición de agua.
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